Un occidental en Japón, libro de la semana en La Razón

22 de julio de 2011
JAPÓN, MON AMOUR
(ÁNGELES LÓPEZ) Las memorias de Donald Keene, militar e investigador estadounidense, son una ventana al corazón de la cultura y las delicadas tradiciones niponas.
El profesor Keene lleva una doble vida. En Occidente se ha ganado una reputación como distinguido erudito y traductor, y en Japón es una verdadera celebridad. Tal es así, que las memorias que ahora compila Nocturna Ediciones fueron publicadas  durante cuarenta y una entregas, a modo de artículos periodísticos, en el rotativo tokiota «Yomiuri», en su edición matutina de cada sábado, cuando el autor contaba con 84 años de edad. Su vida entera se resume en el título del libro, que, a grandes rasgos, pasa por haber estado en suelo nipón a finales de la Segunda Guerra Mundial –como traductor de la Marina– y haber vivido allí desde la década de los cincuenta, siendo testigo de la reconstrucción de un país derrotado. Se impregnó de su cultura, sus raíces, su gastronomía y su sabiduría milenaria. Entabló amistad con los grandes intelectuales y, en definitiva, no se convirtió en sólo un occidental en Japón, sino que le brotó el país en su cuerpo de norteamericano.

La guerra y el conocimiento
Su amor hacia Japón arranca, como las grandes aventuras de la vida, por pura serendipia. El azar hace que en una librería de viejo, siendo estudiante, se topara con la versión inglesa del «Genji Monogatari», obra clásica de la literatura japonesa, que despertaría su interés por aprender la lengua. Llegó el ataque por sorpresa sobre Pearl Harbour en 1941 y sin dudarlo, Keene decide estudiar japonés en la Escuela de Lenguas de la Marina. Pese a sus sentimientos pacifistas, no le produce ningún conflicto emocional entrar en el Ejército, porque, simplemente aprovecha los medios que le brindan «para aprender japonés». Sus azarosas vivencias durante la guerra están contadas al detalle en los primeros doce capítulos, lo que ofrece al lector un interés especial como testimonio directo de la cruenta guerra del Pacífico. Interesantes, en particular, son algunas anécdotas que relata con ocasión de sus primeros contactos con los prisioneros japoneses de guerra, donde se deduce claramente su personalidad afable, conciliadora y empática. Empieza a fraguarse un amor indestructible, pero no será hasta arrancados los cincuenta cuando logrará el ansiado objetivo de su vida: investigar en Japón con una beca las letras niponas.

La segunda parte del libro tiene como objetivo retratar su estancia en el país del Sol Naciente, la fusión con sus costumbres y sus contactos con la intelectualidad de la época. Fue amigo, entre otros, de Tanizaki, Kôbô Abe, Kawabata (Nobel de 1968) y Mishima. Emotivas las referencias que hace de los respectivos suicidios de ambos así como el relato de los celos mal camuflados del segundo por el premio. No en vano cita palabras de  Ôoka, quien declaró que «el Nobel les había matado a ambos». Quizá el capítulo más interesante es el dedicado a la llamada cultura de «Higashiyama» (abarca el corto periodo entre 1483 y 1490) que origina buena parte de las manifestaciones tradicionales del «kokoro» (corazón) del pueblo japonés. De ahí derivan, por ejemplo, el nacimiento del Teatro Noh o la exquisitez de la ceremonia del té. Completan este paseo emotivo por Japón las deliciosas ilustraciones de Akira Yamaguchi que recuerdan al grabado tradicional nipón, dotadas de gran calidad artística y adornadas con pinceladas de exquisito humor. En definitiva, un libro imprescindible para quienes tengan a Japón... en el envés de su alma.

«Un occidental en japón»
Donald Keene
Nocturna ediciones
344 páginas. 17 euros.


Sobre el autor
Profesor de lengua japonesa en distintas universidades norteamericanas y británicas. Sus exhaustivas investigaciones le han hecho merecedor de diversos reconocimientos como la Orden del Sol Naciente o el prestigioso premio de la Japan Foundation.
Ideal para...
Acercarnos a la historia de Japón de un modo ameno y didáctico, como quien nos guía de la mano por un museo.
Un defecto
Acaso y sólo acaso, el último tercio del libro se hace un poco menos emocionante.
Una virtud
No sólo es el fascinante relato del choque entre dos culturas, sino también la imbricación de emociones y experiencias que nos unen más que nos separan.
Puntuación
8

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