Crítica de Princesas (El Periódico de Aragón)

02 de diciembre de 2010
El Periódico de Aragón vuelve a comentar una de nuestras novelas, en este caso Princesas, de Eduard von Keyserling, perteneciente a la colección Noches blancas.
El final de una época narrado con los colores suaves de una acuarela
02/12/2010 M. ÁNGEL ORDOVÁS

PRINCESAS
AUTOR: Eduard von Keyserling
EDITORIAL: Nocturna Ediciones
PÁGINAS: 255
PRECIO: 19,95 euros

Conforme va avanzando en las páginas de Princesas, la novela de Eduard von Keyserling que Nocturna Ediciones lanzó hace unos meses, el lector tiene la impresión de que está entrando en un mundo etéreo e inasible, como si no existiera en realidad.

Seguramente los propios contemporáneos de von Keyserling, que publicó por primera vez esta obra en 1917, tuvieran una impresión parecida; en esos momentos, el mundo que dibuja el autor se estaba ya desvaneciendo sin remedio bajo el empuje de la primera guerra gundial y el desmantelamiento del Imperio alemán.

Queda por saber si von Keyserling era plenamente consciente de este final de una época, y si la serenidad con la que escribe la historia de la princesa Adelheid von Neustatt-Birkenstein y sus tres hijas es la del enfermo que sabe que su mal no tiene ya remedio. Porque a diferencia de otros escritores alemanes coetáneos que expresaron el profundo desasosiego de su tiempo, la prosa de este autor es suave, sosegada y como dicha a media voz.

No quiere decir esto que Princesas sea una novela blanda o intrascendente; von Keyserling tiene muy buena mano con sus descripciones, ya sean de escenarios como de personajes. Sin embargo, estos retratos o paisajes parecen hechos con acuarela, o con cualquier otra técnica que reproduzca colores suaves, lejos de cualquier expresionismo. Cuando uno de estos personajes se sienta a tocar el piano, escribe el autor: "Tocó muy suave y tiernamente, y con el contenido júbilo de la melodía se mezcló el apasionado silbo de un estornino posado en el castaño frente a la ventana". Ese tono de sentimientos intensos pero mitigados recorre toda la novela, que deja un regusto de melancólica aceptación de la derrota, de entereza mientras se espera que llegue el crepúsculo de los días felices.

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