Entrevista a Jens Smærup Sørensen sobre "Días señalados"

06 de octubre de 2014
NOCTURNA. Días señalados ha obtenido el reconocimiento indiscutible de la crítica y los libreros con premios muy prestigiosos, pero también el de los lectores (más de 100.000 ejemplares vendidos), retratando los cambios del siglo XX a través de un pueblecito. ¿Cómo concibió esta historia?
JENS SMÆRUP SØRENSEN. Una noche, hace muchos años, soñé con una mujer a la que le ocurría una catástrofe que, en cierto modo, le suponía una especie de renacimiento: se quedaba paralítica y, después, se curaba. Me acordé de ella y, poco a poco, su hermano la acompañó en mi imaginación, así como el chico al que amaba y sus padres, y todo me evocó el pueblo donde nací y crecí...
Entonces pensé en las condiciones de vida de esa época, enormemente distintas de las de ahora, y me di cuenta de que desde que era joven había tratado de salir de esa vieja cultura campesina para formar parte de la modernidad. Y empecé a escribir para compartir mis experiencias sobre lo que se había ganado y perdido en ese proceso, en compañía de Ellen y Peder y Alex y todos los demás, también con la esperanza de aprender de sus costumbres y elecciones.

N. Los personajes son muy variados: Ellen, una joven que sueña con poder caminar y acaba yéndose a África; Peder, un aviador de la RAF; Orla, un granjero rudo y algo brutal; Mary, que lee para «aprender a vivir»; Emma, una mujer demasiado independiente para su época… Hay una especial inclinación por los personajes femeninos.
JSS. Ellen nació paralítica y, en un momento dado (en el instante en que ocurre una catástrofe con su amado Peder), se levanta y empieza a caminar. Justo como millones de mujeres se han estado levantando durante las últimas décadas para, ahora, poder por fin caminar por sí solas, algo que por supuesto es un cambio trascendental. Las mujeres se han visto sometidas durante miles de años a estructuras patriarcales tanto en la vida social como en la familiar, y ahora ya no lo están. Mientras escribía no me paré a pensar en términos tan abstractos sobre los cambios de nuestra civilización, pero sus efectos se perfilaron en el destino de mis personajes.

N. Usted nació en Staun, que es el pueblo de la novela. Sin embargo, el Staun de Días señalados es ficticio. ¿Qué hay de real en ese Staun que no existe?
JSS. Sí, es una aldea imaginaria. Escogí el nombre de mi aldea natal principalmente por el propio nombre: se pronuncia como otra palabra danesa que significa «tierra natal» (¡y a menudo la gente cree erróneamente que deriva de ahí!). Aparte de eso, la relación entre mis experiencias personales y mi obra de ficción es, como mínimo, complicada. Me veo tentado a dejar que Goethe me ayude con la respuesta adecuada. Un día de sus últimos años, su secretario, Johann Peter Eckermann, le preguntó mientras comían qué relación había entre su vida y sus obras literarias, y Goethe dijo: «No he escrito nada que no haya experimentado, aunque tampoco he escrito nada tal como lo he experimentado».

N. La estructura va y viene en el tiempo, alterna presente y pasado a través de fechas señaladas que tienen lugar en una especie de Macondo danés. ¿Por qué esta estructura?

JSS. No creo demasiado en una narración tradicional. Si al escribir sobre un largo periodo de tiempo situaras los sucesos en un orden estrictamente cronológico, tenderían a subordinarse los unos a los otros y perderían parte de su importancia, de su singularidad. Una especie de coherencia falsa se te acercaría con sigilo y te susurraría al oído una historia de relaciones perfectamente explicables… Sin embargo, luego pasan muchas otras cosas: tienes golpes de suerte, desastres e incluso milagros. Además, la propia experiencia de un momento concreto a menudo se confunde con los recuerdos y las expectativas, y eso en absoluto se organiza como una serie de sucesos, sino más bien como capas que se amalgaman.

N. ¿Qué escritores diría que son los que más le han influido? ¿Hay algún español o latinoamericano entre sus autores de cabecera?
JSS. Para un español puede que esto suene obvio, pero en mi caso descubrí las maravillas del género de la novela con don Quijote. Yo era un chico de doce años, estaba en la pequeña biblioteca pública de mi pueblo y saqué sus dos gruesos volúmenes, traducidos al danés en el siglo XVIII por una habilidosa señora. Tras un largo invierno de duro trabajo y descubrimientos deliciosos, lo terminé y enseguida quise más. Después, claro, leí a autores clásicos daneses, como Johannes Ewald, Steen Steensen Blicher, Hans Christian Andersen, Søren Kierkegaard, I.P. Jacobsen, Herman Bang, Henrik Pontoppidan, etc. Todos me enseñaron el encanto particular y la riqueza de nuestro idioma. Por mencionar a un par de entre mis favoritos de la literatura universidad, hablaría de Samuel Beckett y Halldór Laxness, muy diferentes el uno del otro en cuanto a método y estilo (y muy distintos también de mí como escritor). Lo mismo se aplica a los muchos escritores latinoamericanos que admiro, desde Borges hasta Gabriel García Márquez. Entre la literatura española contemporánea he disfrutado mucho leyendo, entre otros, a Julio Llamazares.